Por una botella de agua

El domingo pasado mi novia y yo fuimos a Gáldar.

La idea era visitar un museo... pero antes de entrar, tenía sed.
Así que me acerqué a un restaurante y le pregunté al dueño si me podía vender una botella de agua.

El tipo me miró, me dio la botella y me dijo:

“Nada, no te preocupes. Ya otro día me lo pagas.”

El dueño del restaurante

¿Perdona?

No me conocía de nada.

Pero ese gesto... me descolocó.

Obviamente después del museo, ¿a dónde te crees que fuimos a comer?

Exacto. A SU restaurante.

Y no fue casualidad.

Lo que pasó ahí se llama reciprocidad.

Es uno de los sesgos más potentes que tenemos los humanos.
Cuando alguien nos da algo, sentimos la necesidad de devolverle el favor.

Y esto no es solo bonito.
Es útil.
MUY útil si tienes un negocio.

Porque si tú, como marca, como profesional, le das algo de valor a alguien de forma genuina…
Esa persona va a querer devolvértelo.

¿Cómo?
Comprándote.
Recomendándote.
Volviendo a ti.

Pero ojo.
Para que esto funcione, hay una clave:

👉 Hazle saber que le estás dando algo gratis.

Si no lo sabe, no hay reciprocidad.
Si no lo valora, no sirve de nada.
Si lo asume como algo normal, cagaste.

La próxima vez que pienses en regalar algo, ya sea una muestra, una consultoría, una guía…
No lo hagas como quien no quiere la cosa.

DILO.
Hazlo notar.
Y verás cómo la magia ocurre.

Nos vemos pronto,

Víctor

Raining Feudal Japan GIF by Xbox